viernes, 20 de enero de 2012

El Estado jurídico y su ideal ciudadano

La formación del hombre político y ciudadano en las ciudades griegas tuvo un gran proceso de evolución en las polis, generando así, una transición, donde se comenzó por valorar más la ética y la moral de los ciudadanos, hasta buscar un ideal de una educación universal y humana; siendo la aristocracia un medio fundamental para dar este paso.

En Jonia, la ciudad del más intenso movimiento espiritual y crítico, se dio un claro ejemplo del desarrollo de una polis, pues sus habitantes, inicialmente carecían de energía política constructiva y buscaban espiritualmente libertar  fuerzas individuales, aun en el campo político, pese a que el estado no era lo primordial como sucedía en Atenas y Esparta.

Aunque la falta de aptitud de los jonios no permitió la incorporación de las nuevas fuerzas; por primera vez lograron penetrar algunas ideas políticas, que dieron lugar a una nueva organización estatal en las ciudades griegas. Esta decisión logró que Jonia tomara el rumbo de convertirse en Ciudad-Estado, ya que se acercaba al ideal espartano.
La justicia fue adquiriendo cada vez más importancia en las polis griegas. Las clases nobles fueron tomando parte en las decisiones administrativas y  aunque existía el rey; su posición era precaria, por lo que fue siendo relegado a sacerdote supremo y causando así, una transición de la monarquía a la aristocracia.

Un nuevo tipo de humano vivaz, perspicaz y con iniciativa fue naciendo en Jonia, junto con un nuevo espíritu y osadas ideas, entre las cuales estaba el concepto de diké, con el que se dio lugar  a la significación de igualdad entre altas y bajas clases, oponiéndose rotundamente a la aristocracia y estableciendo así,  la democracia.

El estado se convierte entonces, en el eje y sello principal de la formación del espíritu humano de cada ciudadano, fortaleciéndose así, su personalidad general de acuerdo al trabajo específico y teniendo como finalidad lograr la perfección en él, tanto en el campo ético, político, general y humano, pero sin dejar de lado el concepto histórico de la nación. El trabajo deja de ser una vergüenza y pasa a convertirse en el único fundamento de la estimación ciudadana.

La cultura de la ciudad se convierte así, en el sentido más profundo de la educación, pues gracias a ella, se transfiere a los ciudadanos la forma espiritual; obviamente, sin dejar de lado la educación aristocrática, cuya base es la formación general del hombre político.

Finalmente se ve necesaria la continua formación de una capa de dirigentes a lo largo de la historia, ya que sin ella no puede subsistir ningún estado, sin importar cual fuere la constitución, porque queda demostrado que como dice el dicho: “El hombre no es puramente idiota, sino también político”.


Tema de exposición compartido con Sebas Cardona.